Cómo reconvertir el estrés
Por Marcelo Vázquez Ávila
Del estrés negativo o distrés
al estrés saludable o eustrés
Aprender a hacer de la ansiedad nuestra
mejor arma para gestionar puede ser una tarea difícil pero no imposible. Todo
debería comenzar con la firme decisión de enfrentar el estrés y convertirlo en
una ventaja. Cualquier trabajo tiene su cuota de presión, podemos reconocer, un
mayor o menor apoyo por parte del jefe, más o menos flexibilidad en los
horarios, pero siempre seremos nosotros los que podemos hacer que al final del día
nos sintamos bien, muy bien o no tanto. A diferencia de lo que muchos creen, el
estrés no tiene que ser una fuerza que agota el cuerpo y el alma. Pero pocas
personas saben cómo transformar su estrés en un fenómeno positivo.
Obtener el mejor control posible sobre
las exigencias laborales, hacer un trabajo que tenga verdadero sentido y contar
con el aliento de los compañeros son aspectos importantes relacionados con el estrés beneficioso,
llamado eustrés.
Un simple cambio de las actitudes y
expectativas acerca del trabajo que realizamos a diario, también puede fomentar
el estrés constructivo. "El estrés es paradójico", afirma Alia Crum,
investigadora de la Escuela de Negocios de la Universidad de Columbia, que
estudia la forma en que las actitudes de las personas influyen en sus
reacciones al estrés. "Por un lado, puede ser lo que más nos perjudica.
Pero por el otro, es fundamental para el crecimiento psicológico y físico.
Nuestro sistema de creencias, los propios paradigmas y la óptica a través de la
cual elegimos ver y enfrentar el estrés, alterará el desenlace".
Lo que el estrés tiene de paradójico es que
por un lado puede ser lo más perjudicial; por otro, es fundamental para el
crecimiento psicológico y físico. "El trabajo sigue siendo
estresante", observa Crum. En lo que se considera una respuesta saludable
al estrés, el corazón bombea más rápido y el cerebro se pone en un alto nivel
de alerta a medida que las hormonas de estrés fluyen al torrente sanguíneo y
cierran temporalmente los sistemas inmune y digestivo para darle más recursos
ante el desafío que enfrenta. El estrés se torna perjudicial cuando esos
indicadores se mantienen elevados de forma crónica, lo que sube la presión
sanguínea, daña el sistema cardiovascular, compromete la inmunidad y provoca
dolores, problemas digestivos e insomnio.
El estrés puede llevarlo a la cima y
sacarle el jugo a su rendimiento y bienestar. En exceso, sin embargo, puede
debilitar su corazón, memoria y claridad mental. Entonces, ¿cómo puede extraer
sus beneficios y evitar los efectos dañinos?
Aprender a identificar y controlar las
reacciones al estrés permite vivir de manera más saludable, así como mejorar el
desempeño en actividades y pruebas cognitivas, el trabajo y actividades
atléticas.
Mejorando el desempeño
El cuerpo tiene una reacción estándar
cuando se enfrenta a una tarea en la que el desempeño realmente importa para el
bienestar o llegar a una meta: el sistema nervioso simpático y el hipotálamo,
las glándulas pituitarias bombean adrenalina con hormonas de estrés y cortisol
al flujo sanguíneo. Los latidos del corazón y la respiración se aceleran y
todos los músculos se tensionan.
Lo que ocurre después es lo que separa al
estrés bueno del malo. La gente que experimenta el estrés beneficioso siente el
bombeo. Los vasos sanguíneos se dilatan, el flujo sanguíneo aumenta y ayuda al
cerebro, a los músculos y a las extremidades a cumplir el reto al que se
enfrentan, parecido a los efectos del ejercicio aeróbico.
El cuerpo tiende a responder de manera distinta al estrés dañino. Los vasos sanguíneos se contraen y se puede experimentar un pequeño mareo a medida que la presión sanguínea se eleva, dice Christopher Edwards, director del programa de Control de dolores crónicos del Centro Médico de la Universidad de Duke. "Los síntomas se parecen a los que se sienten durante un ataque de ira. Puede que hable más alto o experimente lapsus de juicio o lógica", dice. Las manos y los pies se enfrían a medida que la sangre corre al núcleo del cuerpo. Las investigaciones muestran que el corazón usualmente late de manera errática, como un sismógrafo durante un terremoto.
Las personas bajo estrés dañino pierden la habilidad de reconectar el sistema nervioso parasimpático, encargado de las funciones naturales del cuerpo, como la digestión y el sueño. Aunque la tolerancia al estrés varía de una persona a otra, las investigaciones demuestran que aumenta el riesgo a tener insomnio, a padecer enfermedades crónicas y a morir a una edad temprana.
Tener una actitud positiva tiende a
producir estrés bueno. En un estudio de 50 alumnos universitarios, a algunos se
les hizo creer que sentir nervios en una prueba podía mejorar su rendimiento. A
otro grupo le dijeron lo contrario. Cuando se les pidió que dieran un discurso
sobre ellos mismos, aquellos que recibieron esta última advertencia mostraron
una respuesta fisiológica más saludable, lo que significó un aumento menor en
la presión sanguínea que el otro grupo. La gente reacciona distinto al estrés. Para
la mayoría de la gente, mantener la calma requiere habilidad. Con la práctica,
aprenden a relajarse en segundos.
Ayudan los pensamientos positivos acerca
de lo que nos produce estrés, respiraciones abdominales profundas, meditación y
regulación de los estados mentales y físicos.
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